viernes, 14 de octubre de 2011

El quechua muere de vergüenza en el Perú



Un reportaje de la agencia Efe revela que los niños se niegan a recibir como herencia el idioma de los incas por temor a ser excluidos y a las burlas de sus compañeros, que dominan el castellano


(EFE) . A lo largo del siglo XX el porcentaje de quechuahablantes en el Perú no ha dejado de reducirse, y en el último censo de 2007 solo el 13,2% de la población confesaba tener el quechua como primera lengua de comunicación.
A pesar de que ahora es posible encontrar una oferta de academias que enseñan este idioma, el
quechua muere de vergüenza. Las personas que saben cómo hablarlo bajan la voz por miedo al rechazo y a la mofa.
La lengua de los incas se habla en Ecuador, Bolivia, Colombia, Argentina y Chile, pero es en nuestro país donde se concentra la mayor parte de sus quechuahablantes (entre tres y cuatro millones), localizados en las regiones montañosas del centro y el sur, que también son las más pobres.

QUECHUA PARA EXPANDIR LA RELIGIÓN
Fue la lengua que utilizaron los Incas para unificar su imperio, y la Iglesia Católica lo comprendió de inmediato: en su tarea evangelizadora, adoptó el quechua para expandir la religión y se debe a los curas católicos la publicación de los primeros diccionarios y gramáticas en esa lengua.
El declive del quechua comienza con la rebelión indigenista de Túpac Amaru, sofocada en 1781: tras aquella fecha, la Corona española comienza a reprimir al quechua, y las nuevas elites criollas, muy hispanizadas, no hacen mucho por mejorar el estatus de la lengua autóctona.
“Hay muy poca autoestima: el que habla quechua se avergüenza y cree que es mejor hablar castellano. Las muchachas llegadas a Lima de la montaña reniegan de su idioma”, explicó a la agencia Efe Demetrio Túpac Yupanqui, quien tradujo “El Quijote de la Mancha” al quechua.

NO DESEAN HEREDAR EL QUECHUA
Marcial Mamani, un obrero de la construcción, tiene 37 años y es de los que no se avergüenza, pero cuenta su experiencia con sus hijos: “Yo les enseño a mis niños y me dicen: no me hables como los abuelos. No quieren aprender quechua, dicen que en la escuela se ríen de ellos”.
Marcial vive y trabaja en Coparaque, un pueblito del Valle del Colca donde el quechua ha sido la lengua principal durante siglos pero se aprecia la fractura generacional: los ancianos hablan en quechua, los adultos alternan quechua y castellano y los niños que juegan en las calles ya no quieren hablar sino en español.

LAS ÉLITES RESPETAN EL QUECHUA
Podría decirse, paradójicamente, que el quechua gana respeto entre las elites que nunca lo hablaron, como quedó de manifiesto con la película peruana “La teta asustada”, ganadora del Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín y hablada en quechua y castellano.
Pero su protagonista, Magaly Solier, también cantante en la lengua andina, confesó que ella fue educada en castellano, y solo su empeño por aprender a cantar los “huaynos” andinos hizo que su madre aceptara enseñarle también el quechua.
Túpac Yupanqui ha tenido entre sus alumnos a Eliane Karp, esposa del ex presidente Alejandro Toledo, y al ex alcalde de Lima Alfonso Barrantes, pero lamenta que el pueblo quechuahablante padezca de “muy baja autoestima”.
El Gobierno Peruano ha hecho a su modo los deberes: ha capacitado con distintos cursos de lengua a funcionarios de los ministerios de Justicia, de Agricultura y de la Mujer que vayan a servir en zonas andinas, al tiempo que ha implementado un programa de Educación Bilingüe Intercultural que enseña su lengua a más de 235.000 niños en la enseñanza primaria.

EL RETROCESO DEL QUECHUA
El director de este programa se llama Modesto Gálvez, quien reconoce que hay un movimiento incipiente entre las elites culturales para perder lo que él llama “la vergüenza lingüística”, pero nada puede hacer contra la presión histórica, social, política y económica de la sociedad para castellanizar.
“El castellano tiene más prestigio social, es la lengua de la gente culta, y esto lleva a la marginación y exclusión de quien no lo habla bien”, sostiene.
Es cierto que la cultura de las montañas peruanas ha invadido los conos de Lima y ciertas fiestas y símbolos andinos están ahora presentes en la vida urbana, pero ello no ha ido acompañado por un resurgir de la lengua.
Modesto Gálvez lo resume de manera muy gráfica: “El quechua ha ido retrocediendo sin parar: primero de la calle a la casa, y después de la casa a la cocina”.

lunes, 28 de marzo de 2011

Puno, Febrero es un carnaval y más


“febrero no solo es candelaria, sino que sigue con sus pandillas, tarkadas y pinquilladas; y todo el mes es alegría” Quizás todo el mundo pone los ojos en la Festividad más grande del Perú que se desarrolla en la ciudad de Puno; pues es cierto de que la Fiesta de la Candelaria es una de las más grandes de América Latina. En la Candelaria llegan personajes de todo el mundo para gozar de toda la belleza de las danzas autóctonas y de luces, aunque la primera aun no son apreciadas como debería ser, puesto de que solo para las fiestas se piensan en piernas de hermosas féminas que muestras mucho más allá de piernas, muslos y lo que la imaginación pueda acertar. Al iniciar el mes de enero en los diferentes barrios de la ciudad de Puno se inician las reuniones de los conjuntos para sus respectivos ensayos, puesto que a ritmo de trompetas bombos y platillos los diferentes conjuntos inician sus ensayos para su presentación en la los diferentes concursos que se realizan para la fiesta de la candelaria. La primera semana de febrero el templo San Juan que se ubica en el parque Pino es abarrotado por los fieles que inician con las misas de las octavas que son dedicadas para a los conjuntos de la ciudad, además de que los devotos siempre acompañan a la Virgen en todos los actos litúrgicos que son dedicadas. Quizás sólo en este mes el templo se abarrota de fieles, puesto que casi todo el año nunca logra llenar sus bancas para escuchar la homilía que es celebrada domingo a domingo y otras fechas. En la primera semana de febrero de toda la región llegan delegaciones de danzantes, para participar de la festividad de la candelaria, estas danzas son denominadas autóctonas, puesto que aun tienen un sincretismo andino guardadas en el sentimiento del vivir andino. Aunque no mucha gente valora lo que la región tiene por ofrecer, siendo este primer conjunto una de las reuniones de gran valor cultural ancestral de la región que no se repite en ningún lado del país. Los danzantes autóctonos llegan desde lugares muy alejados de la capital donde se realiza el concurso con el único propósito de entregar su saludo a la virgen de la Candelaria, luego de su participación en el estadio, las agrupaciones con cantos y melodías ejecutadas con instrumentos andinos son un deleite para los investigadores y otros puesto que por las diferentes calles de la ciudad se forma instintivamente todo un pasacalle que obligadamente es por el frontis del Templo de la Virgen de la Candelaria y se va rumbo a la Plaza de Armas. Durante la semana siguiente las agrupaciones de Danzas de Luces preparan sus fastuosas ropas y que decir de las participantes, ellas buscan los trajes más diminutos para mostrar sus atributos más sensuales y enloquecer a todo observador de la fiesta. Toda una semana de bebidas alcohólicas, gentes paseando hasta altas horas de la madrugada, días enteros con el cuerpo alcoholizado, para llegar a su fin en sus cacharparis… A las semana siguiente que terminó la festividad en Puno, se inicia con las fiestas de los carnavales, las comparsas de los danzarines de las pandillas con su traje galante, tanto los varones como las señoritas lucen sus trajes señoriales y la elegancia de los pasos lentos a ritmo de las músicas de sus estudiantinas van danzando por las arterias de la ciudad, cumpliendo con la tradición puneña que en cada carnaval es subir al Cerrito de Huajsapata, para luego ir a su presentación en el coliseo cerrado… además en la plaza de Armas de Puno hacen otro show que es deleitado por los espectadores. Son casi tres días donde los puneños gozan de esta espectacular fiesta, las comparsas son integradas por jóvenes adolescentes hasta personas adultas que en conjunto hacen una agrupación de orden y coqueteo que al grito de “AHURA” van ejecutando diversos pasos en su coreografía. A la semana siguiente llega el concurso de Tarkas, Pinquillos y Chacallos (antes este concurso se realizaba casi los mismos días que las pandillas, puesto que son fiestas carnavaleras ), el cual también días antes inician sus ensayo en sus barrios preparándose para el concurso que se realiza en el coliseo, luego del concurso que con gran algarabía de los danzantes que en su gran mayoría son adolescentes, estos a ritmo de los instrumentos andinos van ejecutando sus pasos coreográficos de alegría y jolgorio tratando de imponerse para salir campeón entre las otras agrupaciones. Alegres atuendos con muchas características andinas, músicos quizás mostrando su uniformidad en lo musical y los temas inéditos que ejecutan durante los días de concurso y pasacalle son una fiesta inolvidable para los espectadores y los participantes. Y para terminar la fiesta carnavalera, las agrupaciones de tarkas, pinkillos y chacallos, realizan una singular reunión de fin de fiesta, aunque el tradicional cortamonte no es de este lugar, desde hace varios años va tomando fuerza y es adoptado y mezclado con la tradición puneña, el cual ya está enraizado en esta región. Y así terminó el mes de febrero que desde su inicio es festividad Pura, sin antes decir que en las diversas provincias de la región, también hacen sus festividades carnavaleras con particularidades propias del lugar.

sábado, 26 de febrero de 2011

Viva la morenada de Puno


(Quizás este artículo escrito por Wilson García lleve a la reflexión a mucha gente que comparten el altiplano, en realidad a dos paises que se disputan la tenencia de una cultura, pero no quieren precisar que ambos paises son quienes tienen la misma tradición ancestral y que poco a poco esta se ha modificado y lo seguirán haciendo.)

Por Wilson García Mérida
(www.lostiempos.com)

El pasado 8 de febrero, el canal TV Perú de Lima transmitió desde la ciudad de Puno la entrada de La Candelaria, una fiesta patronal mucho más fastuosa y multitudinaria incluso que la de Urkupiña. En ambas, como en todas las fiestas donde el culto indígena y popular a la virgen María es expresión sincrética de antiguos ritos precolombinos a la fertilidad de las deidades aymaras, las danzas son prácticamente las mismas, con bellos matices regionales que reflejan la vasta riqueza de la cultura andina.
Así como en el carnaval de Oruro o la fiesta cochabambina de Urkupiña o el Gran Poder de La Paz, en la fiesta de La Candelaria de Puno se ven danzas que nos son tan familiares como sicuris, tarqueadas, pinquilladas, kullawadas y llameradas, entre las de formato 100% indígena, además de las infaltables morenadas y diabladas en la vena más mestiza. Lo llamativo son las variantes “peruanas” de aquellos ritmos quechua-aymaras.
Y no es que los peruanos nos han “robado” nuestras danzas, como se sostiene muy equivocada y ligeramente en nuestro país, en tonos tan chauvinistas y mediocres nada menos que desde entidades gubernamentales como el propio Ministerio de Culturas.
Parece estar suficientemente demostrado —mediante rigurosos estudios etnológicos producidos por la excelente academia peruana— que la Diablada y la Morenada no son necesaria ni exclusivamente de origen “boliviano”. Todas estas manifestaciones tienen su verdadera raíz en el periodo colonial, por lo que más bien es pertinente señalar que estas danzas son de raigambre altoperuana. En el tiempo de la Colonia, los carnavales y las fiestas patronales eran verdaderos saturnales para los pueblos indígenas, cuando se permitía parodiar satíricamente a los conquistadores, a los señores de la gleba y a los curas. Los indios se disfrazaban de capataces, de encomenderos y arzobispos. Esos disfraces y sus acompañamientos musicales fueron evolucionando en el tiempo hasta alcanzar niveles de sofisticación como en el caso de la Morenada y la Diablada.
La danza de los Morenos se bailaba en Puno ya en 1913 con sus características todavía originarias durante la festividad de la “huaca” Candelaria. Los Morenos eran indígenas ataviados con casacas recamadas de oro y plata, pantalón corto y turbante ó chambergo guarnecido de plumas, resaltando entre la multitud con sus colores chillones y el ruido monocorde de las zampoñas, de los tamboriles... y de las matracas. “En el segundo lustro de los años cincuenta del pasado siglo, los Morenos devinieron en Morenada, cuando los grupos de Sikuris fueron reemplazados por las bandas y cuando se hicieron algunas mejoras en el vestuario. En esa transformación se contó con influencia boliviana”, reconocen los etnólogos peruanos.
En nuestra columna de la próxima semana, reflexionaremos acerca de cómo ciertas autoridades bolivianas —todavía republicanas con dejo colonial— cometen la inmoralidad de pretender reprimir la libre danza de la Morenada en el Perú, con la tonta perorata de que esa construcción colectiva estética andina es exclusivo (y excluyente) “patrimonio de Bolivia”.
llactacracia@yahoo.com